Félix Vidal Anido, también conocido como el ''violador del estilete'', fue un hombre condenado a 25 años de cárcel por agresión sexual. Se le puso en libertad antes de que cumpliese su condena, y al parecer no había sido rehabilitado del todo, pues se ha colado en un piso e intentado violar a una mujer.
La víctima, una mujer, estaba abriendo el portal para entrar a su casa. Félix Vidal aprovechó para entrar con ella. La mujer no sospechaba que fuera a hacer nada malo, ya que el presunto violador fue amable e incluso agradecido. Juntos subieron en el ascensor, y una vez en el rellano, cuando la mujer había abierto la puerta, la intentó violar. La amenazó con un objeto aún no identificado, pero de repente el hijo de la mujer acudió a ver lo que pasaba, lo que asustó al violador y por tanto huyó.
Me parece increíble que este señor de verdad se atreviera a hacer lo que hizo. Fue un error dejarlo salir de la cárcel sin cumplir completamente su condena, porque una persona como él habiendo pasado tan poco tiempo encarcelado jamás habría recapacitado sobre sus errores. Este tipo de noticias me hace pensar muchas cosas, porque esto da a entender que el verdadero mal reside en el corazón de las personas, incapaces de sentir una mínima empatía por los demás.
La violación es de los peores delitos que hay, no solo por el hecho de violar a alguien, sino por la enorme cantidad de problemas que puede acarrearle a la víctima, desde problemas físicos como algunas heridas, hasta problemas mentales y psicológicos capaces de afectar temporal o permanentemente a la personalidad e integridad mental de dicha persona. ¿De verdad es tan difícil ponerse en el lugar de los demás? ¿Es este el verdadero problema de la humanidad, y que a raíz de esto surgen otros problemas? Yo podría decir que sí, nuestra sociedad es egoísta y poco empática; no quiero decir que todos sean violadores o asesinos, pero sí es verdad que muchas veces la gente no piensa en el daño que hace y no se pone en el lugar de otra persona por el simple hecho de que no le afecta directamente a él/ella.
Con suerte la sociedad cambie, y la única ley que realmente se necesite sea: ''no hagas lo que no quieras que te hagan a ti''. Con eso no solo desaparecerían los asesinos y violadores como ese tal ''violador del estilete'', sino que también las injusticias en el mundo.
-Javier Sevidanes